27 de diciembre de 2012

¿


Acá hace frío, viste, no sé si a vos, por donde andas te pase lo mismo, que sale el sol y ves por la ventana como los cuerpos parecen derretirse, como el sudor se les mezcla con las líneas de la frente y se pierde y penetran los poros por donde salieron anteriormente, como una metamorfosis de lágrimas que derrama el cuerpo, y vos observas siempre desde adentro (¿o se podría considerar afuera este estar apartado por una lámina de cristal bastante opaco?) el calor que yace ahí afuera, como otro cuerpo más. Pero adentro, adentro es frío, y hace una sensación de vacío que no es vos ni nada que se le parezca aunque puede que nazca con vos y en mí se expanda a miles de metros cuadrados y de profundidad y círculos y pozos y de todo eso que yo no entiendo pero me suena a hondo y hastío y lágrimas y girasoles. Que se yo, hace frío, y la luna es esa mezcla de plata y blancura de virgen que ningún poeta sabe describir con exactitud, y hay distancia y cadáveres y sucesos que no me pertenecieron pero que los siento acá en la sien como si me hubiesen dejado una tachuela al lado de mis ojos. No sé, acá hace frío, viste, no sé si a vos, por donde andas te pase lo mismo, que sale el sol y no tenes ganas de asomarte a la ventana, porque para qué. 

18 de diciembre de 2012

Y vo que deci


Y decime
para vos todo esto está bien
así como está
la ropa sucia, las muelas adoloridas
o es que no conociste otras formas
diagonales, cascadas, no sé
algo que no sea como esto que se parece tanto a aquello
la copa rota, los uñas encarnadas
Vos conociste realmente o te olvidaste
la luminosidad al alba, café con leche
vos supiste estar acá
sin estar y volviste
entonces sabes lo que es ver desde esta posición
y quedarte acá
girasoles viejos, lámparas en desuso
yo te preguntaría porqué
pero no me alcanza lo que hay, viste
las cadenas y el aserrín, cenizas
y entonces vos decime
entendes lo que es que estes acá
para mí y para las paredes
aunque no estes acá y ellas también te sientan
vos entendes que no se me caigan los párpados
y no verte llegar
vos comprendes aunque no sientas, al menos un poquito lo que cabe en una maseta
porque parece que eso tampoco tiene sentido
pero si para vos está bien
y todo lo que hay está bien aunque no haya o falte
o vos decime si no
las cucarachas, las amapolas grises
todo se puede ir por la ventana. Y yo también

pero vos decime
que está todo bien

10 de diciembre de 2012

El harte de hartarse perhaps


Soy consciente de que lo único que dije en todo el día es “estoy harta”. Que me harté de esto, de aquello, de lo que tengo que hacer y no hice o no hago, de que lo que queda por hacer después de eso y encima no lo hice (por ende más motivo para hartarse de lo primero) y después lo que queda, que es esto, y estoy harta, aunque de seguro si las cosas fueran diferentes también me hartaría. Y ahora recuerdo la historia de una persona que en su vida había sentido el hastío de haberse cansado de algo.

 Pongámosle que se llama Mariana, como se podría llamar Eugenia y ser un pájaro o un ornitorrinco, pero no, ésta es la historia de Mariana que es un humano y vive en algún lugar que no es ciudad o sí (eso que dependa de cada uno) y tiene un hermano o dos o ninguno y los padres están ahí en su pieza o no están (o no existen o están en otra parte. Ej: trabajando). Me remito a los hechos: Mariana que vive en algún lugar y está sola u acompaña (de edad incierta y rasgos de la misma característica) en su vida sintió que se había hartado de algo. Tal vez su vida no era lo suficientemente larga para sentir un determinado cansancio X, pero tampoco era demasiado corta ya que tenía sobre sí un par de años que yo no podría establecer pero que existieron, entonces ella vivía sin haberse cansado alguna vez de algo, ni de sus relaciones, ni de sus mascotas, ni de lo que se veía por su ventana o sus libros, nunca se había cansado y ella (se podría decir que) era feliz. Entonces, un día pasó algo que la descolocó, en realidad voy a ser sincera, no sé que le pasó pero algo paso porque a partir de ese día todo fue distinto y Mariana comenzó a sentirse agotada. Ya no le llamaba la atención lo que siempre le llamaba la atención, si no que ahora lxs miraba con mezcla de indiferencia y bronca de que estén y no haya algo nuevo, y al mismo tiempo (a eso me lo dijo no sé quien) se notaba en su rostro tristeza. A todo este tema, sinceramente, no sé cómo lo resolvió pero ella supo decir en ese momento que estaba harta y doy fe de eso porque recuerdo que me lo contaron, y lo dijo bien fuerte, tan fuerte que en ese lugar en donde estaba se escuchó mucho y sus hermanos o padres o los que estaban la vieron llorar varias veces. 
En fin, a esta historia la recordé como alguien recuerda algo que alguna vez lo habrá pensado o la inventé como alguien inventa algo nuevo para divertirse y salirse del hastío que implica lo de siempre y para siempre, y al entretejer esta historia quiero sacar de ella lo que la gente común saca de un libro, un aprendizaje que aprehende hasta la muerte (o hasta el otro día tal vez si lo harta). Yo no sé que sacar porque tal vez me harté de esto al escribirlo o porque me harté de robarle ideas a los libros o me harté de estar viva en este lugar y en esta ciudad, pero cuando lo pienso, mi “estoy harta” no resuelve nada cuando hay tantas cosas de qué hartarse y no entran en esta pequeñísima queja (pequeñísima porque podría ser parte de un hartazgo colectivo y no esta sed de individualismo que corroe mi hartismo) y siento que no estoy harta porque en su concepto tengo un espacio para seguir pensando en qué más me puedo hartar, y es un espacio tan grande que no lo pienso por miedo de hartarme y es un círculo que no sé donde termina y donde empieza pero sé que es vicioso (porque me gustan los vicios y no me hartan) entonces dejo de pensar y de escribir porque claramente me acordé de Mariana (que puede que sea yo o vos) y sus ganas de cambiar sus hartiazgos y entonces yo quiero hacer lo mismo y des-hartarme de todo, aunque ahora siento nuevamente cansancio ya que me harté de escribir todo esto que no tiene sentido y por eso lo termino, agotada por las quejas de las letras que claramente ya se hartaron de mí. 

8 de diciembre de 2012

Señora que le robaron un sueño


¡Me han robado un sueño! ¡Las cosas en este país están terribles! ¡Cómo a uno se le puede ocurrir robar un sueño, con lo que cuesta soñar hoy en día! Esto de ir a acostarse con la certeza de que uno puede aparecer y no sé cómo que te hace, te roba el sueño así como así, y vos te levantas con esa sensación de haber sido corrompido, y ante la almohada ya estas desnudo, ¡y yo sé que me lo robaron porque ni siquiera recordarlo puedo! Mi marido me dice que algo loca tengo que estar para pensar todo esto, y que dirigirme a la policía a hacer la denuncia sería únicamente para colmar de carcajadas el barrio, pero es que él no entiende, y yo le pregunto si a él nunca le pasó, pero por lo que parece hay gente que ya ha dejado de soñar. ¡Y es por eso que estamos como estamos! Gente que busca los sueños de otros por no poder crear los suyos, ¡quien iba a decir que llegaríamos a este punto! Y él que me dice que no sea ridícula, que cómo alguien podría robar lo que sucede en la cabeza de otro, que lo onírico es lo que escurre del inconsciente y yo lo que le digo es que no sea tan pragmático, que a mí me robaron un sueño en la misma forma que alguien roba una sonrisa o un suspiro, pero eso es distinto porque ya no pertenece si alguien las provocó, pero los sueños, ¡los sueños son de uno y nadie más! ¡Si no para qué lee uno antes de dormir, si no es para estar ahí dónde quiere ser leído! 
Mi marido no me entiende, y burlón me dice que me fije si no quedaron en algún rincón de la almohada o una arruga de la sábana, pero yo lo que voy a hacer es revisarle su cajón, a mí que no me venga con esas cosas y no vaya ser que me haya querido despistar, yo no lo culparía si es que lo hizo, pero si querría una disculpas en cambio, y que me devuelva uno por uno, porque la sensación de vacío en cada mañana no desaparece fácilmente. Imaginate la situación, vos descansando plácidamente en tu cama con la cabeza en cualquier horizonte, bajo un umbral de misterio, irracionalidad y colores, donde lo que sucede es parte de uno y lo sentís como tal, y de repente te despertas y no hay restos de lo que soñaste, sólo esa sensación de que te robaron algo, porque otra explicación no puede haber. ¡Robar un sueño, nunca lo hubiera imaginado! Me ha pasado varias veces ya, que me despierto con una sensación parecida, pero pensé que era algo que se perdía entre los párpados, porque varias veces los recuperé luego como un recuerdo a la mitad de la tarde, pero con lo que pasó esta mañana, ¡estoy convencida de que fui hurtada todo este último tiempo! Yo no sé a quien se lo podría ocurrir hacer algo como esto, tanta crueldad, porque me podrían haber sacado plata o el último reloj o un anillo, pero desvalijar a alguien de su quimera interna, de esa fiesta que organiza el inconsciente para los miedos y las fantasías, ese flujo interminable de imágenes y cadáveres de sensaciones, los tiempos en desorden… ¡Por Dios, el mal que le hacen a una al dejarla sin sueños! ¡Y encima no tener a quién recurrir! Porque un niño puede comprender tu desorden y tu dolor, pero no puede hablar dentro de parámetros de legalidad ni defenderte de algún presunto ladrón, y cualquier otra persona que padezca de adultez, bueno la misma palabra ya lo dice todo.
 ¡Qué voy a hacer ahora sin el sueño de hoy! Yo le vuelvo a preguntar a mi marido, si es que por casualidad no escucho o vio algo antes de que nos acostemos, pero él ya no me responde siquiera, y yo acá con un miedo terrible de volver a soñar esta noche. Quién podrá haber sido, si la alarma quedó prendida y las puertas estaban bien cerradas, tal vez por mi ventana… Si, por mí ventana, estuvo abierta, ¡pero qué trabajo tan sigiloso! ¡Debe ser un artesano del robo! O un hijo de puta, claro está, el país está lleno de hijos de puta, andar dejando a una mujer como yo sin sueños. Ya perdí mis esperanzas, no se puede confiar en nadie, ¡si hasta de mi propio marido desconfío! ¡Y no es por porfiada si no porque ese hombre ya no sueña!
 El país está hecho cualquier cosa, con tantos que parecen zombies y otros tantos que deben andar por ahí profanando sueños ajenos y cuando uno menos se lo espera, plaf, le desaparecen el sueño. Ahora comprendo porque tanta gente sueña despierta, para que no los agarren con la guardia baja, demasiado corajudo el que se atreva a hacerlo en plena luz del día, pero igual hay cada hijo de puta… A estas instancias ya no existe la justicia ni alguien que ponga orden en este país, y Dios está tan harto de nosotros que ya no es garante de nada, debe ser que él está tan sólo y no sueña, que ya ni siquiera le interesa nuestra propia soledad.

Tampoco alcanza

Te quiero
aunque tal vez 
no como un amante quiere al descoser sus heridas en el medio de la noche, 
o un pájaro volando al bajar el sol;
ni como niño a su juguete ni adolescente a su rebeldía,
tampoco te quiero en la manera que lo cuentan las novelas,
con tanta rabia con tanta cólera;
ni como un jazmín quiere a la primavera
o una violeta al adueñarse de su propio color,
ni como un incomprendido o un desdichado
y mucho menos como quiere un relámpago al quebrar una nube;
tampoco te quiero como un perro que le canta a la luna
o un poeta adormecido en los versos más tristes;
tampoco de esa manera loca con que se defiende una bandera
o se carece de razón y se quiere sin hipocresías;
yo te quiero
aunque entre tantas maneras
aún no encuentre cual es la que nos toca. 

7 de diciembre de 2012

Aunque sea así

Me gusta que sea así
aunque sea sin tiempo
y sin parámetros y calcomanías
aunque la piel se nos pegue a las uñas
y la cáscara que nos encierra se perpetúe cada vez más
me gusta que aparezca así
y con la palabra justa
aunque se nos descosan los huesos
y sea cada vez más tibia esta plataforma de desvelos
que nunca llevó hacia ningún lado
me gusta así y con tristeza
convencidos de que la nostalgia es papel mojado
casi sin pensarlo
volátil y tendencioso
pues ya no son trincheras las ojeras
si no portadoras de minúsculas moléculas
metempsicosis metamorfeandose sin nombre
a punto de introducirse en mí
sin preguntarme si me gusta o no lo que llevo conmigo.